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COLUMNA DE OPINIÓN: «La obesidad como enfermedad crónica»

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Por Margaret Caro Villegas.

Directora de carrera Nutrición y Dietética.

Universidad Autónoma de Chile, Sede Temuco.

La iniciativa presentada por diputados al Presidente de la República es un tremendo avance como sociedad, ya que estamos reconociendo como país que estamos sufriendo un grave problema de salud pública el cual no tendrá retorno. Hoy las cifras de malnutrición por exceso, la cual considera el sobrepeso, obesidad y obesidad mórbida, van en aumento sostenido y abarcando diferentes grupos etarios.

La encuesta Nacional de Salud 2016-2017, es una herramienta utilizada por el Ministerio de Salud para saber qué enfermedades y qué tratamientos están recibiendo hombres y mujeres de 15 años y más que viven en Chile. En ella quedó demostrado que el 69,1% de la población tiene malnutrición por exceso; desde ahí se desprende que un 38,1%  de las personas tiene sobrepeso; el 28,5% fue catalogado con obesidad y un 2,5% con obesidad mórbida.

Esta condición se evidencia con mayor predomino desde los 30 años en adelante, donde comienzan a elevarse los porcentajes de malnutrición por exceso.

En tanto, el Mapa Nutricional 2020, donde se analiza la condición de niños y niñas de establecimientos considerando prekinder, kinder, primero básico, quinto básico y primero medio, mostró similares cifras las antes mencionadas.  El 54,1% de los menores tiene obesidad y el 7,6% fueron evaluados con un nivel severo de malnutrición; mientras que el 28,7% con sobrepeso y un 17,8% con obesidad.

Al realizar la comparación con las cifras del año 2019, éstas reflejan un aumento sostenido principalmente en los estudiantes de prekinder, kinder y primero básico. Estos porcentajes de malnutrición por exceso se están manifestando desde los primero años de la infancia y se elevan a través de los diferentes grupos etarios de la población,  sumado a esto la situación sanitaria a nivel país, el aumento de la población de adultos mayores y  de factores de riesgo tales como, el sedentarismo, consumo de alimentos ultraprocesados, alcohol y tabaco.

También influye la disminución de factores protectores como el menor consumo de frutas y verduras, lo cual conlleva al aumento de enfermedades no transmisibles como la diabetes mellitus, hipertensión arterial, infartos agudo al miocardio, ataque cerebro vasculares o trombosis cerebrales, enfermedades que son de alto costo por considerarse crónicas o invalidantes al quedar con secuelas, lo que impacta directamente en el presupuesto familiar.

Debido a esto se hace necesario que el Estado fortalezca las políticas públicas y busque nuevas estrategias para mejorar la salud de la población colaborando en la promoción, prevención, recuperación y rehabilitación, además de aumentar la cobertura financiada por el Estado y las Instituciones de salud previsional en beneficio de las personas y la sociedad.